domingo, 14 de mayo de 2006

Pa mear y no echar gota

(Colaboración especial de José María García en el Blog)
Saludos cordiales, compañeros inexpertos. Tras asistir, lamentablemente, a la celebración de un compromiso lúdico-deportivo en la mítica polideportiva del Agra II, puedo certificar que el fútbol está en decadencia, con un destino inexorable de defenestración total. Actuaciones propias de gentes que hacen de la desfachatez vergonzosa su idiosincrasia diaria no se deben permitir ni aquí ni en Sebastopol. Dos escuadras, que prometían espectáculo, entre las que reinaron las buenas formas y las malas maneras. Por un lado, Xaquín, Santi, Emilio, Eugenio y Nacho. Xaquín, lento en el corte, lento en el regate, lento en el tiro, en fin, lento. Santi, inseguro en el corte, inseguro en el tiro, total, inseguro. Emilio corrió como un pollo sin cabeza a pesar de no utilizar su regate de la peonza voladora. Nacho contundente como la nacionalización de las explotaciones petrolíferas en Venezuela y desastroso como la susodicha. Eugenio, más inútil que la teta de un hombre.
En el otro lado de la cancha, los triunfadores, los principales causantes de que la imagen del encuentro fuese deplorable. Su superioridad tan inmensa hace que, sinceramente, pronto el fútbol sala tenga que suspenderse como deporte hasta que encuentren un rival digno. Su clase, eternamente por encima de la de su rival, hace que me duela asistir a eventos como el de ayer. Los chupócteros responsables de este sentimiento son Pancho, Alfredo, César, Carlos y Wences. Pancho, un prodigio de la técnica compaginada con la velocidad, acertó siempre en el corte y en la distribución del juego. Alfredo, a la zaga, inconmensurable en defensa, resolutivo en ataque. César estuvo imparable en las contras y vital en el balance defensivo. Carlos aportó la clase necesaria para dotar a un estilo pragmático de arte. Wences, qué decir de Wences, je, je, je, ... Algunos discuten entre Pelé y Maradona, sin motivos. El número uno es Wences. Ojo al dato, a los hechos me remito: siete goles, o chicharros, como dice algún abrazafarolas sin criterio; innumerables pases de gol; y un caño pletórico a Eugenio para poner el sello de oro a una actuación propia de dioses. Qué pena de partido. Verde, verde, verde el equipo perdedor, un grupo de fracasados futbolísticos que se arrastró como sabandijas en el barro de la podredumbre. Ahjj.

1 Comments:

At domingo, mayo 14, 2006 10:28:00 p. m., Anonymous Anónimo dijo...

Querido tocayo. Ya sabíamos todos que no tenía ningún criterio. Su opinión, querido amigo, vale menos q la palabra del ínclito Armando. No sé qué espúrios motivos le llevan a contar tal sarta de mentiras, pero realmente, no importa. Su credibilidad ha tocado fondo. El partido no tuvo color efectivamente, pero por motivos diferentes a los que usted indica. Efectivamente, hubo dos equipos en el campo, uno formado por mí y el otro formado por el equipo contrario y mis cuatro "compañeros". Aunque el equipo contrario era realmente malo, tengo que reconocer q la proporción 9 a 1 se me hizo demasiado. Tengo q mejorar en pocas cosas, una de ellas es desde luego la ubicuidad. Cuando sea capaz de atacar, defender y hacer de portero a la misma vez, entonces podré enfrentarme con 9 e incluso con 30 jugadores como mis queridos compañeros de pachanga. Aún así, lo q no dice usted, es q el partido se resolvió en los últimos dos minutos y q en la mayor parte del mismo estuvimos empatados. Lo siento, querido García, pero es mejor q siga usted dedícandose al cultivo de las amapolas y deje el fútbol a los verdaderos entendidos. Por cierto, veo q se lleva muy bien con Wen. Haga el favor de aconsejarle y recomiéndele q no vuelva a jugar. Realmente lo suyo no es el fútbol. Da pena verle jugar, tanto esfuerzo y tan poco beneficio... Dígale también por favor, q los goles una vez finalizado el partido no valen... por lo menos para el resultado del mismo, aunque, para q quitarle la ilusión?...

 

Publicar un comentario

<< Home